El delito propiamente dicho caracterizase, en primer término por la violación de los sentimientos más elementales de benevolencia y justicia, que brillan siempre en una sociedad humana surgida del estado salvaje. Es lo que lesiona las condiciones primordiales de la convivencia social.
El delito propiamente dicho caracterizase, en primer término por la violación de los sentimientos más elementales de benevolencia y justicia, que brillan siempre en una sociedad humana surgida del estado salvaje. Es lo que lesiona las condiciones primordiales de la convivencia social.
El delincuente representa, pues, el hombre cuyo sentido moral ha descendido hasta un grado inferior al tipo medio de la moralidad de su raza y de su pueblo, y que se encuentra en las condiciones morales de las razas inferiores o degeneradas, de las tribus salvajes privadas de los sentimientos más elementales de piedad y de honradez, y que, por el contrario, alimentan instintos crueles y rapaces. Adviértase presto que tales explicaciones no sirven para todos los delincuentes. Urge distinguir los delitos que revelan en sus autores una completa perversión moral, de aquellos otros delitos que manifiestan la persistencia de ciertos instintos propios del hombre no civilizado. En el primer caso, no acaece en los asesinatos y en los homicidios perpetrados brutalmente y con circunstancias atroces, en los delitos de mutilación, sevicia, etc., la anomalía moral no puede concebirse como permanente y orgánica: en no pocas ocasiones, depende de la herencia o del atavismo, que transforman en delito el alcoholismo, la locura y otras neurosis.
El delito como fenómeno social
Medidas que cabe recomendar al legislador para restringir el objeto de la prisión en lo que concierne a las condenas impuestas por infracciones leves
La <<nulidad>> en los juicios penales y el procedimiento de <<casación>>
El código para los hombres honrados
La clasificación de los delincuentes en la legislación penal
Las indemnizaciones
I. La indemnización por el delito, en la historia y en la legislación moderna
II. Determinación del concepto de daño
III. Norma de la acción del daño
IV. Tutela de los derechos de la parte damnificada
V. La indemnización según la criminología experimental
Los abogados defensores
La <<psiquiatría>> como prueba en los juicios penales
Los términos
Interrogatorio de los acusados
La presión preventivo
La libertad provisional
La pena de muerte
I. Profesión de fe.- verdadero y falso liberalismo.- ¿cabe admitir la renuncia formal del estado a la pena de muerte?
II. Progreso de la delincuencia en los países donde no se aplica la pena capital.- disminución en aquellos donde no se halla abolida.- situación especial de Italia en orden a este problema.- horrible estadística del crimen.- tolerase al homicidio
III. ¿Puede la prisión sustituir a la pena capital? Ineficacia del argumento de beccaria.- inutilidad de cualquier represión penal diversa de la última pena, en orden a los grandes criminales.- eficacia de la pena de muerte para atajar la criminalidad menor
IV. La antropología y la psicología criminal evidencian la urgencia de la pena de muerte.- certeza científica del modismo vulgar: <<fiera con rostro humano>>
V. ¿Por qué los sentimientos altruistas más exquisitos no padecen con la pena de muerte? – opinión de la mujer.- opinión de los pueblos más civilizados- opinión de los sabios y de los filántropos- una frase de Séneca
VI. ¿Implica abolir la pena de muerte la supresión casi total de los medios de eliminación?- el Estado debe coayuvar a la selección
VII. ¿Es de buena fe la aversión de los italianos hacia la pena de muerte? Frases de Strauss y de Rousseau
VIII. La unificación de la legislación penal italiana.- reflexiones.- modo práctico de solucionar la cuestión
Apéndices
I. De la intimidación
II. La pena de muerte y la antropología criminal
III. La abolición de la pena de muerte en toscana
IV. La delincuencia en Italia y en las restantes
